Una certeza que brinda paz a nuestros corazones

Al casi terminar un año, la mayoría de las veces hacemos un recuento rápido de todas las cosas y eventos por los que atravesamos durante el año que estamos dejando atrás. Es un buen ejercicio.

Muchas veces suspiramos recordando tiempos complicados y muchas otras con agradecimiento en nuestro corazón el mismo se conmueve al constatar cuán bueno es Dios al dejarnos ver cómo Él siempre se ocupa de que no perdamos de vista su amoroso cuidado y su fidelidad en nuestras vidas.

Al extender nuestra mirada hacia el futuro, especialmente cuando estamos por iniciar un nuevo ciclo, nos preguntamos secretamente qué es lo que éste traerá y algunas veces la incertidumbre o el temor toca a las puertas del corazón inquietándolo.

Viene a mi mente el relato bíblico de Abram cuando fue llamado por Dios para dejar su tierra (Ur de los Caldeos) sin saber a dónde iba. Salió solo por fe confiado solo en la palabra de Dios, El Señor le había dicho:

Abram tuvo que abandonar la seguridad que tenía en las cosas conocidas y extender su mirada hacia lo que vendría por delante solo confiando en Dios, aunque no sabía el destino, confió en que Dios lo guiaría. En el proceso enfrentó desafíos, conflictos y hasta la prueba se sacrificar a su pequeño Isaac, pero Dios estuvo con él en cada paso.

Esto me hace reflexionar en que la fe no elimina las circunstancias complicadas, tampoco elimina la incertidumbre del porvenir pero sí nos da la certeza de que Dios está siempre en control.

Como Abram podemos confiar en que El Señor nos guiará a un lugar de bendición y de propósito. El siempre está mirando el mapa completo y conoce el fin y el propósito de las cosas por las que tenemos que atravesar.

¿Estamos listos para caminar un nuevo año hacia lo que El Señor ya tiene preparado?
De Abram salió una nación grande (Israel) y a través de él la bendición para todas las familias de la tierra. (Gen 12:3)

Es posible que Dios nos esté llamando a cosas nuevas e inciertas pero en todas ellas Él obrará sus propósitos y como ha prometido será de bendición porque le amamos. (Rom 8:28)

Preguntémonos entonces:

• ¿Estoy confiando que El Señor me guiará y sostendrá en cada circunstancia por delante
• ¿Puede descansar mi alma porque conoce que el Dios en el que confía siempre está cerca?
• ¿Puedo estar seguro de que los planes de Dios en mi vida siempre son de bendición aunque en el proceso haya dificultades?  

Me alegrará saber (y al Señor también) que cada uno de nosotros pueda responder con un sí rotundo a cada una de éstas preguntas. ¡El Señor nos de un corazón que confía y que pueda estar sostenido en fe siempre!