Del llanto al gozo

El salmo 30 es un canto de gratitud, cuando David estaba dedicando su casa (posiblemente el palacio), celebrando cómo Dios lo libró de un momento angustiante que le pudo haber causado la muerte.

Él nos cuenta cómo Dios lo levantó cuando estaba al borde del abismo. Este salmo describe un viaje espiritual que todos hacemos: la soberbia, la caída, el clamor, la ayuda divina y el gozo restaurado.

Es un canto inspirador de alguien que estuvo en lo más oscuro de la noche y volvió a ver la luz del día. Es un recordatorio de que ninguna crisis dura para siempre, pero el cuidado de Dios sí.

"Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado, Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí."
-Salmos 30:1

Tremenda declaración: David reconoce que no salió por sus méritos, por su propia fuerza, sino por la intervención divina. El Señor protegió incluso la honra de su siervo; frustró la victoria de sus enemigos.

"Jehová Dios mío, A ti clamé, y me sanaste."
-Salmos 30:2

David nos recuerda que Dios es nuestro Señor y, por tanto, está atento a nuestras oraciones. David busca a Dios en tiempo de angustia y encuentra respuesta.

"Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura."
-Salmos 30:3

Sin duda, el caso de David era angustiante: lo rescató de la muerte, lo libró de una profunda crisis.

"Cantad a Jehová, vosotros sus santos, Y celebrad la memoria de su santidad."
-Salmos 30:4

Quien ha probado la gracia de Dios invita a otros a adorar. La adoración es la respuesta a una vida que ha sido rescatada del “hoyo de la desesperación”.

"Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría."
-Salmos 30:5

Dios disciplina a los que ama, pero Su disciplina es corta; Su bondad es permanente. Las pruebas siempre tienen propósito en Sus hijos. Nos recuerda que esas noches angustiosas no son eternas.

"En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido, Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado."
-Salmos 30:6-7

La soberbia, nuestro peor enemigo. David confiesa su autosuficiencia, la falsa seguridad que precede a la caída. Pero aun el más fuerte tiembla cuando Dios trata con él.

"A ti, oh Jehová, clamaré, Y al Señor suplicaré. ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador."
-Salmos 30:8-10

La crisis lo lleva de vuelta a Dios. La oración de David es humilde, argumentando su deseo de continuar viviendo para la gloria de Dios. Su súplica es por misericordia: solo aquellos que han sido humillados claman por misericordia. Solo aquellos que están listos para ser redimidos suplican misericordia. El corazón quebrantado vuelve a la fuente de auxilio.

"Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre."
-Salmos 30:11-12

El cambio que solo Dios hace: del funeral a la celebración, de ceniza a gozo, de angustia y temor a paz y seguridad.

El gozo de Dios se traduce en adoración. Todos aquellos que han experimentado el favor de Dios responden con una alabanza genuina. Quien ha experimentado la gracia, el perdón y el favor de Dios por medio de Cristo desborda en cantos del corazón, reconoce a Dios en todos sus caminos y no permanecerá callado.
Concluyendo, podemos aprender lo siguiente del Salmo 30:
➤ Dios permite la prueba, pero no nos abandona.
➤ La soberbia nos hace creer que estamos firmes, cuando solo Dios es quien nos sostiene.
➤ El clamor sincero mueve el corazón del Señor.
➤ Dios transforma el dolor en gozo, la caída en testimonio.
➤ La noche puede ser larga, pero siempre llega la mañana.

No Comments