Jesús lo cambia todo

¿Tienes una muralla de Jericó hoy en tu vida? ¿Algo que parece enorme, inalcanzable para vencer? ¿Hijos rebeldes, matrimonio difícil, enfermedades, relaciones rotas, economía colapsando? A veces todo se junta y parece no tener remedio, pero nada es suficientemente difícil o imposible para Dios. Lo escribo, pero también lo predico a mi alma, que se dobla por falta de fe, atemorizada por el futuro, por lo que habrá de suceder, por lo que he orado y aún no ven mis ojos.
Sé que no es de hijos de Dios vivir en temor y llenar de dudas el corazón. Pero sé también que mi Señor me ha dicho muchas veces, en lo peor de las tormentas, en lo más recio de la batalla: bástate mi gracia; que es Su poder sosteniendo mi debilidad, y que Él cambia esa fragilidad —para creer, para obedecer, para apartarme del pecado— en un glorioso testimonio de Su propósito: liberar.
La Biblia no lo muestra, pero imagino que así fue en el tiempo de Jericó. Tal vez el pueblo de Israel se paró frente a las murallas que rodeaban la ciudad, pensando: no hay manera. Quizá en su corazón estaba la duda de si, en realidad, creer que algo tan sencillo como dar vueltas a la muralla sería suficiente para vencer al enemigo, asustarlo.

"Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra."
-Josué 6:2

El que habló fue Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel. Y Dios habló en pasado, dando las cosas por hechas ya. Todo lo que Israel tenía que hacer era obedecer, seguir las instrucciones y fiarse de todo su corazón de que la victoria era segura. Pero el corazón muchas veces tiembla a la hora de poner en acción lo que ya sabemos.

"No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia."
-Isaías 41:10

El Señor Dios, afirma y repite: fortalecerá, ayudará, sostendrá. De Él surge nuestra confianza en la hora incierta.

"¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?"
-Romanos 8:31

Ésta es nuestra bandera, hermanos. La Palabra de Dios es el estandarte que Cristo nos ha dado, pues la victoria principal ha sido ganada. En Cristo Jesús, todo fue consumado, toda victoria ganada y todo enemigo derrotado: la muerte y el pecado. El Señor Jesús, triunfante en Su resurrección, nos marca el camino hacia la paz y el reposo que es en Él, sí y amén.

"Jesús dijo: Por tanto, ahora vosotros tenéis también aflicción; pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará vuestro gozo."
-Juan 16:22

Ver a Jesús lo cambia todo. Él nos verá otra vez en las bodas del Cordero, pero hoy, ahora mismo, nos espera en Su Palabra, en la oración, para traer delante de Él todo pesar y toda lucha dolorosa que nos toca.

Porque es la promesa maravillosa que nos ha dado el Padre: Él está a nuestro favor, defendiendo nuestra causa. ¿Qué puede hacer el hombre en contra de Dios y Sus elegidos?

"El SEÑOR está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?"
-Salmos 118:6 (NBLA)

Tenemos un Ayudador que también consuela cuando trae a memoria la Palabra de Dios, la que es viva, la que es eficaz en todo momento, pero más aún cuando nuestra vida se contrae, colapsa, se rompe frente a problemas que lucen enormes y ante altas murallas que nos paralizan. Pero recordar Su Palabra cuando hay muchos frentes abiertos, muchas peleas en puerta y nos sentimos cansados, desanimados y derrotados, es venir a Cristo, quien nos invita a dejar en Él todo afán y cansancio, en Su amoroso yugo.

Si Dios es por nosotros… ¿qué enemigo puede resistir Su poder y autoridad? Estamos del lado victorioso, hermanos, y peleamos desde la victoria mayor y más hermosa del mundo. Como alguien una vez me escribió cuando le contaba una derrota espiritual: son batallas perdidas, mas la guerra está ganada.

Alabado sea Cristo Jesús, Rey de reyes y Señor, y Dueño de toda muralla, de toda batalla.
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