La constancia de Dios en un mundo inconstante
"Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo."
-2 Timoteo 2:13
¿Alguna vez te has sentido defraudado por alguien? ¿O has sentido el dolor de saber que tú mismo fallaste a otros?
En un mundo donde la fidelidad humana es tan frágil, ¿dónde podemos encontrar una esperanza inquebrantable?
En un mundo donde la fidelidad humana es tan frágil, ¿dónde podemos encontrar una esperanza inquebrantable?

Pablo, al escribir a Timoteo, incluye esta frase con una honestidad brutal: "Si fuéremos infieles..." Esto reconoce nuestra naturaleza humana. Somos propensos a la infidelidad, al olvido, a la debilidad y al error.
- Otros nos fallan… Un ser querido nos puede defraudar, un líder puede desilusionarnos, y en esos momentos, el dolor puede ser profundo. ¿Cómo reaccionamos cuando nuestra confianza es quebrantada?
- Nosotros fallamos… Aún más duro es admitir que también somos capaces de defraudar a otros, y a veces, incluso a Dios. Nuestras promesas se rompen, nuestros compromisos flaquean y nuestra lealtad se tambalea. ¿Reconoces esa lucha en tu propio corazón?
Esta es la vida en un mundo imperfecto, pero si centramos nuestra esperanza únicamente en la fidelidad de las personas, viviremos en constante riesgo de desilusión.
Pero en medio de nuestra inconstancia, de nuestras caídas y las decepciones que enfrentamos, este versículo brilla como un faro: "...él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo." ¡Qué verdad tan poderosa!
¡Jesús no puede fallar! Su fidelidad no depende de nuestros méritos, ni de si somos leales o no. Es un atributo de Su carácter. Fallarnos a nosotros sería negarse a Sí mismo, algo imposible para un Dios perfecto.
Su compromiso es incondicional… Cuando tú o yo somos infieles (al negar, dudar, pecar), Él no se vuelve infiel. Su amor y sus promesas siguen siendo válidas. Él es la única Persona en la que puedes depositar toda tu confianza sabiendo que jamás te defraudará.
Pero en medio de nuestra inconstancia, de nuestras caídas y las decepciones que enfrentamos, este versículo brilla como un faro: "...él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo." ¡Qué verdad tan poderosa!
¡Jesús no puede fallar! Su fidelidad no depende de nuestros méritos, ni de si somos leales o no. Es un atributo de Su carácter. Fallarnos a nosotros sería negarse a Sí mismo, algo imposible para un Dios perfecto.
Su compromiso es incondicional… Cuando tú o yo somos infieles (al negar, dudar, pecar), Él no se vuelve infiel. Su amor y sus promesas siguen siendo válidas. Él es la única Persona en la que puedes depositar toda tu confianza sabiendo que jamás te defraudará.
La razón por la que podemos confiar en que Jesús jamás nos fallará está cimentada en esta verdad gloriosa:
"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos."
-Hebreos 13:8
Vivimos en un mundo de lo desechable y de las tendencias que duran un día. Pero Jesús opera fuera de esa temporalidad. Su amor, Su gracia, Su perdón y Sus promesas no se han debilitado con el tiempo, ni se modificarán con las modas o las circunstancias.
Ayer: Si le fue fiel a las generaciones pasadas, también te es fiel a ti hoy.
Hoy: Su poder y Su presencia están activos y disponibles en este preciso momento de tu vida.
Por los siglos: Su plan para ti y Su Reino no serán interrumpidos.
Cuando todo lo demás fluctúa, Su constancia nos ofrece la única ancla segura para nuestra alma.
Tómate un momento para reflexionar en oración sobre estas preguntas…
Señor Jesús, te doy gracias porque Tú eres mi ancla inmutable. Reconozco que las personas (incluyéndome a mí) podemos fallar y ser infieles. Perdóname por las veces que he puesto mi esperanza completa en la fidelidad humana. Hoy, vuelvo a poner toda mi confianza en Ti, el que eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Ayúdame a reflejar Tu fidelidad en mi vida, y a descansar sabiendo que, aunque yo sea infiel, Tú permaneces fiel. Amén.
Ayer: Si le fue fiel a las generaciones pasadas, también te es fiel a ti hoy.
Hoy: Su poder y Su presencia están activos y disponibles en este preciso momento de tu vida.
Por los siglos: Su plan para ti y Su Reino no serán interrumpidos.
Cuando todo lo demás fluctúa, Su constancia nos ofrece la única ancla segura para nuestra alma.
Tómate un momento para reflexionar en oración sobre estas preguntas…
- ¿En qué áreas de tu vida te has sentido más vulnerable a la infidelidad, ya sea de otros o propia?
- ¿Cómo cambia tu perspectiva saber que Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos? ¿Qué significa esto para tu situación actual?
- ¿Qué pasos puedes tomar hoy para depositar más plenamente tu confianza en la fidelidad inquebrantable de Jesús?
Señor Jesús, te doy gracias porque Tú eres mi ancla inmutable. Reconozco que las personas (incluyéndome a mí) podemos fallar y ser infieles. Perdóname por las veces que he puesto mi esperanza completa en la fidelidad humana. Hoy, vuelvo a poner toda mi confianza en Ti, el que eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Ayúdame a reflejar Tu fidelidad en mi vida, y a descansar sabiendo que, aunque yo sea infiel, Tú permaneces fiel. Amén.

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Posted in Dios, Eternidad, Fallos, Fidelidad, Fragilidad, Dolor, Pecado, Gracia, Hebreos
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