Generaciones

Una de las cosas de suma prioridad que se está perdiendo es el temor al Señor. Generación tras generación persigue tesoros en este mundo en lugar de invertir tiempo y esfuerzo en actividades que tengan un peso eterno.
Si hoy te dijera que tenemos un peso de responsabilidad en las decisiones que pueden tomar otros, ¿qué dirías? ¿Te percibes responsable?

Sí, cuando Dios nos da el privilegio de moldear una vida, espera que invirtamos tiempo en compartir y testificar toda instrucción de Dios, para que, cuando esta vida sea sometida a pruebas —que invariablemente llegarán— tome decisiones sabias y entendidas que honren al Señor. No existen garantías de que los veremos seguir el buen camino, pero si Dios nos mandó a hacerlo, dándonos la promesa de que en lo postrero no se apartarán (Prov. 22:6), debemos serle agradables, creer y hacerlo por fe.
En la historia tenemos ejemplos donde hombres de Dios seguramente se dolieron de corazón con este peso, como es el caso de Elí y Samuel. Los hijos del profeta Elí pervirtieron el servicio al Señor con malos procederes, y los hijos del profeta Samuel, volviéndose tras ganancias deshonestas, ocasionaron que el pueblo de Israel pidiera un rey que los juzgara y desecharan la gobernanza teocrática de Dios, Rey de reyes.
Podríamos estar distraídos haciendo obras en nombre del Señor, tal como lo hicieron Elí y Samuel, pero descuidando algo importante: el rebaño que Él nos confió.

"Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis."
-1 Samuel 12:24-25

Todo aquello, por piadoso o beneficioso que parezca, que le quite el primer lugar a Dios eventualmente se convertirá en nuestro “rey”; gobernará nuestros tiempos, escala de valores y esfuerzos, despojándonos de toda sensibilidad para la obra que Dios quiere hacer en nosotros para alcanzar a otros.

Por tal motivo, si deseamos rendir buenas cuentas, es un llamado de atención si somos padres, maestros, líderes, pastores o personas en eminencia/autoridad a cargo de otros.
Arrepintámonos de nuestro torpe proceder y roguemos al Señor de señores la sabiduría para amar de la manera como Él nos ama, transmitir y vivir el mensaje de Dios con suma reverencia, para que a los que tienen falta de conocimiento de quién es Él y qué ha hecho, les sea revelado el Hijo que dio su vida para salvación. ¡Señor, muéstranos al Hijo!

Dios te bendiga, hermano, ¡y que el Señor se revele a nuestras vidas!

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